martes, 23 de febrero de 2010

Kamakura, porque no sólo de Mandarake vive el hombre

El viernes nos tocaba visita cultural, y siguiendo con nuestros planes nos fuimos a dar una vuelta por Kamakura. Kamakura es un pueblecito costero a un tiro de piedra de Tokyo, donde no hay ninguna casa que supere los 3 pisos de altura.

Además de por sus numerosos templos, es famosa porque en ella se encuentra una estatua enorme de bronce conocida como Daibhutsu, el gran buda.


Nos levantamos mas o menos tempranito y tras un desayuno rápido de combini cogimos el metro y nos dirigimos hasta Kamakura. Al llegar nos encontramos con un pueblo, todo formado por pequeñas casitas y chalecitos con jardín, muy al estilo de los que podemos ver en las series de anime. Muy cuco y muy tranquilo, ya que apenas había coches.

Tras un rato andando (para ser un pueblo era grande de co****s) llegamos a lo que parece la entrada a un templo. Pagamos la entrada correspondiente, que por cierto, luego nadie comprueba si llevas, y entramos. Lo primero que vemos es una fuente donde, siguiendo con la tradición, tienes que lavarte ambas manos para purificarte.


Un poco más adelante llegamos a un patio cuya entrada estaba flanqueada por dos grandes lámparas de piedra. Y al fondo se encontraba el gran buda. Y he de decir que impresiona. Nos acercamos despacito, ya cada uno por su lado, y todos mirando medioembobados la estatua que teníamos delante.

Algo que me sorprendió al rodear la estatua, es que está completamente hueca, en la espalda tiene abiertas dos ventanas y de hecho se puede entrar al interior pagando 20 yenes (unos 18 céntimos de euro). La verdad sea dicha, no es que tenga mucho que ver, pero es curioso, además siempre podré decir que estuve dentro del Gran Buda de Kamakura!!

Otra cosa que me llamo la atención eran una serie de rocas planas y circulares muy grandes y perfectas para que los caminantes cansados se sentaran, que estabn repartidas por todo el recinto. La nota de humor la puso un japo que trabajaba allí y que amablemente nos explicó para qué servían realmente. A unos nos dijo que antiguamente se usaban para realizar piras funerarias, mientras que a otros nos comento que se habían colocado en memoria de las víctimas de un tsunami. Vamos que se quedó con nosotros.


Tras visitar el Gran Buda decidimos explorar un poco Kamakura, y ver si encontrabamos algunos de los templos por la que es famosa. Andando, andado dimos con el templo budista de Hase-Dera, uno de los más importantes.


Ya en la puerta saltaba a la vista que el espectaculo iba a ser impresionante, pues los árboles y la vegetación se mezclaban con los edificios tradicionales, a lo largo de la ladera de la montaña en la que está situado. Nada más entrar encotramos un precioso jardín con un lago, además de unos cuantos edificios de madera y piedra. Junto al lago comenzaba la escalinata de piedra que debería conducirnos a traves del bosque hasta la parte superior del templo.


Conforme subíamos podíamos encontrar pequeñas estatuas y detalles en piedra escondidos entre las plantas, aumentado más si cabe el misticismo del lugar.

A medio camino encontramos un pequeño templete, rodeado por miles de pequeñas estatuillas de piedra, como si de un pequeño ejercito de terracota se tratara. Ya de por sí era sobrecogedor estar rodeados por todas estas figuritas perfectamente alineadas, y aún lo es más si sabes que estas figuritas estan dedicadas a la memoria de niños que han muerto, o a bebes que no llegaron a nacer. Vamos, que daba mucho yuyu.

Dejamos este pequeño templete atrás y seguimos subiendo por las escaleras de piedra hasta que llegamos a la parte principal del templo.

El templo de Hase-Dera está dedicado a Kannon, diosa de la piedad y la compasión (una de las más importantes dentro del budismo) y en el edificio principal podemos encontrar una estatua enorme de ella. Esta estatua, además de su cara principal tiene otras 10 caras. Se dice que Kannon es capaz de mirar en todas las direcciones y así ayudar a los necesitados.


Lo primero que encontramos fue una gran campana al estilo japonés, donde en vez de tener un cimbel dentro de la campana, ésta es golpeada por un tronco desde el exterior.


Como en todos los templos budistas hay una fuente con agua, con un montón de cacitos que los fieles usan para lavarse las manos (primero la izquierda y después la derecha), para así purificarse. Así mismo hay un pedestal con un recipiente grande de forma circular, donde se colocan varillas de incienso hasta que se consumen. Es muy frecuente ver a gente acercarse a este pevetero y atraer el humo del incienso con las manos hacia el rostro, ya que supone otra forma de purificación. Rodeando a todo el conjunto del templo y más arriba si seguimos subiendo por la ladera hay zonas repletas de tumbas.


Cuando ya nos ibamos, pensando que el templo no podía dar más de sí, nos encontramos con un cartelito de madera en que aparecía escrito la palabra "caves". Ni cortos ni perezosos seguimos la dirección que indicaba. Escavada en la pared de la roca, no sabemos si por la naturaleza o por el hombre había una gruta con dos entradas. Dentro habia varias estatuas escavadas en la pared, con pequeños altares donde los fieles colocaban velas encendidas. Parte del recorrido había que hacerlo bastante agachado. No es común encontrar algo así en los templos de Japón, así que nos sorprendió a todos, tanto a novatos como a veteranos en esto de visitar templos, dejando un muy buen sabor de boca, y el listón muy alto para los templos que aún nos quedaban por visitar.


2 comentarios: